Tomarse la vida en serio

Que nos tomemos la vida en serio no quiere decir que debamos pasarla toda meditando como si viviéramos en las montañas del Himalaya o en el Tibet de los antiguos tiempos. En el mundo moderno hemos de trabajar y ganarnos la vida, pero no debemos enredarnos en una existencia "de nueve a cinco" sin prestar ninguna consideración al sentido profundo de la vida. Nuestra tarea consiste en encontrar un equilibrio, encontrar el camino del medio, aprender a no volcarnos en preocupaciones y actividades accidentales, sino a simplificar nuestra vida cada vez más. La clave para encontrar un equilibrio feliz en la vida moderna es la sencillez.
En el budismo la disciplina consiste en hacer lo que es justo o apropiado; es decir, en una época excesivamente complicada, simplificar nuestra vida.
De allí surge la paz mental. Tendrá usted más tiempo para dedicarse a las cosas del espíritu y al conocimiento que sólo la verdad espiritual puede proporcionar, y que le ayudará a afrontar la muerte.
Lamentablemente, eso es algo que pocos hacemos. Quizá deberíamos formularnos ahora la pregunta: "¿Qué he logrado realmente en mi vida?". Con esto me refiero a cuánto hemos comprendido realmente acerca de la vida y la muerte. He hallado inspiración en los informes que se han publicado sobre los estudios de la experiencia de casi muerte, como los libros de mi amigo Kenneth Ring y otros autores. Un número sorprendente de los que sobreviven a un accidente casi mortal o a una experiencia de casi muerte describe "una revisión panorámica de la vida". Con asombrosa claridad y precisión, reviven los acontecimientos de su vida. A veces reviven incluso los efectos que sus actos han producido sobre otros, y experimentan las emociones causadas por sus actos. Un hombre le dijo a Kenneth Ring:
Me di cuenta de que todos somos enviados a la Tierra para descubrir y aprender ciertas cosas. Por ejemplo, a compartir más amor, a tratarnos con más amor los unos a los otros. A descubrir que lo más importante son las relaciones humanas y el amor, y no las cosas materiales. Y a darnos cuenta de que hasta la última cosa que uno hace en su vida queda registrada, y que, aunque uno no piense en ella y la deje de lado, siempre acaba surgiendo más tarde.
A veces esta revisión de la vida se produce en compañía de una presencia gloriosa, un "ser de luz". Lo que se advierte en los diversos testimonios es que este encuentro con el "ser" revela que los únicos objetivos serios en la vida son "aprender a amar a los demás y adquirir conocimiento".
Sogyal Rimpoché
El Libro Tibetano de la Vida y de la Muerte