Experiencias en la meditación

A medida que se practica, es posible tener toda clase de experiencias, tanto buenas como malas. Así como una habitación con muchas puertas y ventanas deja entrar el aire desde muchas direcciones, cuando la mente se abre es natural que dé cabida a toda clase de experiencias. Se pueden experimentar estados de dicha, de claridad o de ausencia de pensamientos. En cierto modo, estas experiencias son muy buenas, y son señal de progreso en la meditación. Cuando se experimenta dicha, es señal de que el deseo se ha disuelto temporalmente. Cuando se experimenta una auténtica claridad, es señal de que la agresividad ha cesado temporalmente. Cuando se experimenta un estado de ausencia de pensamientos, es señal de que la ignorancia ha muerto temporalmente. De suyo son buenas experiencias, pero si uno se apega a ellas pueden convertirse en obstáculos. Las experiencias en sí no son la realización, pero si permanecemos libres de apego a ellas se convierten en lo que en realidad son, es decir, materiales para la realización.
Las experiencias negativas suelen ser las que más despistan, porque normalmente las interpretamos como una mala señal. Sin embargo, lo cierto es que las experiencias negativas que se presentan en nuestra práctica son una bendición disfrazada. Intente no reaccionar a ellas con aversión, como quizá sería lo normal, y procure reconocerlas como lo que realmente son, nada más que experiencias, ilusorias y de la misma naturaleza que un sueño. El conocimiento de la verdadera naturaleza de la experiencia libera del daño o peligro de la experiencia en sí, debido a lo cual hasta una experiencia negativa puede convertirse en fuente de gran bendición y logro. Existen innumerables relatos acerca de cómo los maestros trabajaron de este modo con sus experiencias negativas y las transformaron en catalizadores de la realización.
Dice la tradición que para un auténtico practicante no son las experiencias negativas, sino las positivas, las que representan un obstáculo. Cuando las cosas van bien, hay que tener especial cuidado y estar muy atento para no volverse complaciente o excesivamente confiado. Recuerde lo que dijo Dudjom Rimpoché cuando yo me hallaba en mitad de una experiencia muy poderosa: "No te excites demasiado. En último término, no es ni bueno ni malo". Él sabía que estaba empezando a apegarme a la experiencia: ese apego, como cualquier otro, debe ser superado. Lo que hemos de aprender, tanto en la meditación como en la vida, es a estar libres de apego a las experiencias buenas y libres de aversión hacia las negativas.
Dudjom Rimpoché nos advierte contra otro peligro: "Por otra parte, es posible que en la práctica de la meditación experimente un estado turbio, semiconsciente, vagoso, como si tuviera la cabeza cubierta por una capucha; una pesadez soñolienta. En realidad, no es nada más que una especie de estancamiento borroso y sin mente. ¿Cómo se sale de ese estado? Póngase alerta, enderece la espalda, expulse el aire estancado, de sus pulmones y dirija su consciencia al espacio transparente a fin de refrescar la mente. Si permanece en ese estado estancado, no evolucionará; así pues, siempre que surja este obstáculo, elimínelo una y otra vez. Es importante que esté lo más atento posible y tan vigilante como pueda".
Sogyal Rimpoché
El Libro Tibetano de la Vida y de la Muerte