Cuando tomamos el asiento único de nuestro cojín de meditación, nos convertimos en uno con nuestro monasterio. Creamos el espacio compasivo que permite que surjan todas las cosas: penas, soledad, vergüenza, deseo, lamento, frustración, felicidad.
Permite que tu cuerpo se siente con comodidad en tu silla o tu cojín.
Toma una postura estable, erguida y conectada con la tierra. Siéntate como lo hizo Buda en la noche de su iluminación, con gran dignidad y enraizamiento, viendo tu capacidad para afrontar todo aquello que se presente. Mantén los ojos cerrados y haz que tu atención se dirija a la
respiración. Deja que ésta circule con libertad por el cuerpo. Haz que cada respiración aporte calma y serenidad. Mientras respiras, siente tu capacidad de abrirte en cuerpo, corazón y mente.
Abre tus sentidos, tus sentimientos, tus pensamientos. Vuélvete consciente de lo que experimentas como cercano al cuerpo, cercano al corazón y cercano a la mente. Respira y crea espacio. Deja que el espacio se abra, para que pueda surgir cualquier cosa. Deja que se abran las ventanas de tus sentidos. Se consciente de cualquier sentimiento, imagen, sonido e historia
que se presenten.
Sigue sintiendo tu estabilidad y comunicación con la tierra, como si hubieras tomado el único asiento en el centro de la vida, y te hubieras abierto a la consciencia de esta danza. Mientras estás sentado, reflexiona sobre el beneficio del equilibrio y la paz de tu vida. Experimenta tu capacidad de permanecer inamovible, a medida que cambien las estaciones de la vida. Todo lo que surja desaparecerá. Reflexiona en como los gozos y las penas, los acontecimientos
agradables y desagradables, individuos, naciones, e incluso civilizaciones, nacen y mueren. Toma el único asiento, y descansa con un corazón de ecuanimidad y compasión en el centro de todo ello.
Siéntate de este modo, digno y presente, el tiempo que lo desees. Tras un rato, todavía centrado y sereno, abre tus ojos. Luego ponte de pie y da algunos pasos, caminando con el mismo enraizamiento y dignidad. Practica sentándote y caminando de este modo, experimentando tu capacidad de estar abierto, vivo y presente con todo lo que surge de esta tierra.
Jack Kornfield