Durante aquella noche de tanta consecuencia en la que Buda alcanzó la Iluminación, se dice que pasó por varias fases distintas de despertar. En la primera, con la mente "sosegada y purificada, sin mácula, libre de contaminaciones, suavizada, maleable, fija e inamovible", dedicó su atención al recuerdo de sus vidas anteriores. He aquí lo que nos dice de esa experiencia:
Recordé muchas, muchas existencias anteriores. Había pasado por uno, dos nacimientos, tres, cuatro, cinco ..., cincuenta, cien ..., cien mil, en distintos periodos del mundo. Lo sabía todo acerca de estos diversos nacimientos; dónde se habían producido, cuál había sido mi nombre, en qué familia había nacido y qué había hecho. Reviví una vez más la buena y la mala fortuna de cada vida. De esta manera recordé innumerables existencias previas con todas sus circunstancias y sus rasgos característicos exactos. Este conocimiento lo obtuve en la primera vigilia de la noche.
En la segunda vigilia de la noche en que alcanzó la Iluminación, Buda obtuvo otra clase de conocimiento que completó su conocimiento de la reencarnación: el del karma, la ley natural de causa y efecto.
Con el ojo celestial, purificado y más allá del alcance de la visión humana, vi cómo los seres se desvanecen y vuelven de nuevo a ser. Los vi encumbrados y caídos, brillantes e insignificantes, y vi cómo cada uno obtenía según su karma un renacimiento favorable o doloroso.
Sogyal Rimpoché
El Libro Tibetano de la Vida y de la Muerte