La mente del amor

En algunas ocasiones encontramos gente tan pura, bella y contenta que da la impresión de que es divina, que es santa o un ser sagrado. Lo que percibimos en ella es el yo despierto, su naturaleza de Buda, y lo que refleja es su propia capacidad de ser conscientes.
Existen varias maneras de manifestar nuestra naturaleza de Buda. Utilizando nuestra capacidad de conciencia en nuestro pensar, hablar y actuar podemos incrementar la paz y la alegría en nosotros y en los demás. Haciendo esto, alimentamos y protegemos la naturaleza de los que nos rodean.
Sin embargo, también podemos hacer todo lo contrario. Podemos pensar, hablar y actuar de manera que toquemos nuestra naturaleza animal y despertemos en los demás su naturaleza animal. Quizá lo hacemos para indultar nuestra naturaleza animal con los otros. Tal vez para ganar dinero con ellos de manera poco ética, o para comer o beber mucho con ellos, o para tener una relación sexual ilícita. Sabemos que no es correcto pero lo hacemos igualmente, causándonos sufrimiento a nosotros mismos y a los que nos rodean. Después, nos preguntamos por qué hemos actuado de esta manera, y prometemos no volver a hacerlo. Pero cuando llega la siguiente ocasión, repetimos el error, creando un nuevo círculo de sufrimiento. Este círculo puede no terminar nunca. Hemos descubierto la puerta del infierno para nosotros y los demás.
Esta es la condición para demasiados. Por ejemplo, podemos vernos tentados a comer determinado tipo de comida. Sabemos que si la comemos, nuestro cuerpo y nuestra mente lo pasarán mal, pero lo hacemos igualmente. Después de la indigestión, del colapso o del ataque al corazón, prometemos no hacerlo de nuevo. Sin embargo, cuando llega la siguiente oportunidad, repetimos la misma falta. Algunos de nosotros vamos a la iglesia o al templo a confesar nuestros malos actos y nuestras debilidades, prometemos hacerlo mejor, pero seguimos cometiendo los mismos errores una y otra vez. Nos vemos atrapados en un círculo vicioso.
La manera de salir de este círculo y de evitar hundirnos en el océano de nuestros sentidos es tocar nuestra naturaleza de Buda y dejar lugar a la mente del amor, la mente de la iluminación, llamada bodhicitta (y pronunciada: bo di chita). El gran voto de Buda, bodhicitta, es: "Con amor, ayudaré a todos a sufrir menos".
Bodhicitta es nuestra gran aspiración para levantarnos, transformar nuestro sufrimiento en compasión y servir a todos los seres como un bodhisattva, una persona de gran compasión. Puede hacer este voto cada día y dejar paso a la mente del amor en su interior. Ahora está motivado por un profundo deseo de ayudar a todos los seres vivientes a transformar su sufrimiento y darles alivio y felicidad. Recuerde su mente del amor cuando el deseo llegue a usted e indulte a su naturaleza animal. Puede que esto sea lo único que pueda rescatarle. Con esta práctica, escapa del círculo vicioso en el que puede quedar atrapada su vida, y trabaja ahora para manifestar la naturaleza de Buda, la mente despierta, en su interior y en el de los demás.
Thich Nhat Hanh