La Estratagema del Divino

Era una diosa de inmaculada pureza pero cuyo corazón no era lo suficientemente tierno y compasivo. Censuraba a todos aquellos que no eran como ella, sin tener en cuenta las circunstancias y contratiempos de sus vidas. Su esposo, el Divino, le dijo entonces:
Eres como el más puro de los lotos, pero no debes censurar o criticar a los otros porque no pueden ser como tú.
La diosa no le prestó atención y en verdad ni siquiera quiso escucharle. Entonces el Divino ideó un plan para propinarle la lección que necesitaba.
Cierta noche, cuando la diosa estaba dormida, le cortó la cabeza y la colocó sobre los hombros de la ramera más depravada de la ciudad, en tanto que puso la cabeza de la prostituta sobre los hombros de la diosa. Dejaría así las cabezas, intercambiadas, a lo largo de tres jornadas.
Cuando la diosa despertó y se vio en el cuerpo de una impura ramera, creyó enloquecer. Pero fue así como tuvo ocasión de conocer la verdadera vida de la prostituta. Los padres de la mujer la habían obligado a prostituirse desde muy niña y luego fue vendida a un terrateniente y se quedó embarazada. El terrateniente maltrataba a la mujer y al hijo. Entonces huyó a la ciudad. Allí tuvo que seguir prostituyéndose para poder sobrevivir y alimentar al niñito. A pesar de todo ello, era ferviente devota de la diosa y nunca dejaba de hacerle ofrendas y de elevarle sus plegarias.
Transcurridos los tres días, la cabeza de la diosa volvió a ser colocada en su cuerpo. Desde entonces aprendió a ser mucho más tolerante y sobre todo compasiva. En su corazón ya no sólo resplandecía la pureza, sino también la comprensión y el amor.
Ramiro Calle