Gozo

Cuando tenía nueve años y vivía en Trípoli (Libia) tuve una experiencia de gozo, durante unos 30 segundos, a la que considero el verdadero comienzo de mi vida consciente ...
Eran, probablemente, las 7,30 cuando me puse en pie, en lo alto de un pequeño acantilado, junto a unas escaleras de madera. La tranquilidad del Mediterráneo, entonces todavía un mar limpio y resplandeciente, parecía inseparablemente ligada a la dulzura del aire y al sonido de las pequeñas olas al romperse. La bahía de arena blanca estaba desierta. Era toda mía. El espacio que me separaba de lo que veía centellaba pleno de significado. Todo lo que miraba, las pisadas del día anterior sobre la arena, la silueta emergente de una roca, el pasamanos de madera bajo mis manos, parecía abrumadoramente único, grabado en la luz, y, en cierta manera, parecía ser consciente de sí mismo, parecía "saber". Al mismo tiempo, todo pertenecía a todo y esa unidad lo sabía y parecía también decir: "¡Ahora nos has visto!"
Sentí que me disolvía en lo que contemplaba. Ya no era un hijo, un alumno, o un boy scout. Y, sin embargo, percibía mi individualidad intensamente, como si fuera la primera vez. Estaba naciendo.
Murmuré algo así como: "Soy yo", o "Éste soy yo".
Incluso ahora, a veces encuentro útil esta clase de formulación.
Ian Mcewan