La Ley del desapego

La sabiduría de la incertidumbre reside en el desapego ... en la sabiduría de la incertidumbre reside la liberación del pasado, de lo conocido, que es la prisión del condicionamiento anterior.Y en nuestro deseo de ir hacia lo desconocido, el campo de todas las posibilidades, nos entregamos a la mente creativa, que orquesta la danza del universo.
Esta ley dice que para adquirir cualquier cosa en el universo físico, debemos renunciar a nuestro apego a ella. Esto no significa que renunciemos a la intención de cumplir nuestro deseo. No renunciamos a la intención ni al deseo; renunciamos al interés por el resultado. Es grande el poder que se deriva de esto. Tan pronto como renunciamos al interés por el resultado, combinando al mismo tiempo la intención concentrada y el desapego, conseguimos lo que deseamos. Podemos conseguir cualquier cosa que deseemos a través del desapego, porque éste se basa en la confianza incuestionable en el poder del verdadero yo.
El apego, en cambio, se basa en el temor y en la inseguridad y la necesidad de sentir seguridad emana del desconocimiento del verdadero yo.
La fuente de la abundancia, de la riqueza o de cualquier cosa en el mundo físico es el yo; es la conciencia que sabe cómo satisfacer cada necesidad. Todo lo demás es un símbolo: vehículos, casas, cheques, ropa, aviones. Los símbolos son transitorios; llegan y se van. Perseguir símbolos es como contentarse con el mapa en lugar del territorio. Es algo que produce ansiedad y acaba por hacernos sentir vacíos y huecos por dentro, porque cambiamos el yo por los símbolos del yo.
El apego es producto de la conciencia de la pobreza, porque se interesa siempre por los símbolos. El desapego es sinónimo de la conciencia de la riqueza, porque con él viene la libertad para crear. Sólo a partir de un compromiso desprendido, podemos tener alegría y felicidad.
Entonces,los símbolos de la riqueza aparecen espontáneamente y sin esfuerzo.
La verdadera conciencia de la riqueza es la capacidad de tener todo lo que deseamos, cada vez que lo deseamos,y con un mínimo de esfuerzo. Para afianzarnos en esta experiencia es necesario afianzarnos en la sabiduría de la incertidumbre. En la incertidumbre encontraremos la libertad para crear cualquier cosa que deseemos.
La gente busca constantemente seguridad, pero con el tiempo descubriremos que esa búsqueda es en realidad algo muy efímero. Hasta el apego al dinero es una señal de inseguridad. Uno podría decir: "Me sentiré seguro cuando tenga X cantidad de dinero porque entonces tendré independencia económica y podré jubilarme. Y entonces haré todo lo que he querido hacer siempre". Pero eso es algo que nunca sucede - que nunca llega.
Quienes buscan la seguridad la persiguen durante toda la vida sin encontrarla jamás. La seguridad es evasiva y efímera porque no puede depender exclusivamente del dinero. El apego al dinero siempre creará inseguridad, no importa cuánto dinero se tenga en el banco. De hecho, algunas de las personas que más dinero tienen son las más inseguras.
La incertidumbre, por otra parte, es el suelo fértil de la creatividad pura y de la libertad. La incertidumbre es penetrar en lo desconocido en cada momento de nuestra existencia. Lo desconocido es el campo de todas las posibilidades, siempre fresco, siempre nuevo, siempre abierto a la creación de nuevas manifestaciones. Sin la incertidumbre y sin lo desconocido, la vida es sólo una vil repetición de recuerdos gastados. Nos convertimos en víctimas del pasado, y nuestro torturador de hoy es el yo que ha quedado de ayer.
Renunciemos a nuestro apego a lo conocido y adentrémonos en lo desconocido, así entraremos en el campo de todas las posibilidades. La sabiduría de la incertidumbre jugará un importante papel en nuestro deseo de entrar en lo desconocido. Esto significa que en cada momento de nuestra vida habrá emoción, aventura, misterio; que experimentaremos la alegría de vivir: la magia, la celebración, el júbilo y el regocijo de nuestro propio espíritu.
Cada día podemos buscar la emoción de lo que puede ocurrir en el campo de todas las posibilidades.
Si nos sentimos inseguros, estamos en el camino correcto no nos demos por vencidos. En realidad no necesitamos tener una idea rígida y completa de lo que haremos la semana próxima o el año próximo, porque si tenemos una idea clara de lo que ha de suceder y nos aferramos rígidamente a ella, dejaremos por fuera un enorme abanico de posibilidades. Cuando nos apegamos a algo, congelamos nuestro deseo, lo alejamos de esa fluidez y esa flexibilidad infinitas y lo encerramos dentro de un rígido marco que obstaculiza el proceso total de la creación. La ley del desapego no obstaculiza la ley de la intención y el deseo la fijación de metas. La ley del desapego acelera el proceso total de la evolución.
CÓMO APLICAR LA LEY DEL DESAPEGO
Pondré a funcionar la ley del desapego comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1) Hoy me comprometeré con el desapego. Me permitiré y les permitiré a los que me rodean la libertad de ser como somos. No impondré tercamente mi opinión de cómo deben ser las cosas. No forzaré las soluciones de los problemas, y, por tanto, no crearé con eso otros nuevos. Participaré en todo con absoluto desprendimiento.
2) Hoy convertiré a la incertidumbre en un elemento esencial de mi experiencia. Y gracias a esa disponibilidad para aceptar la incertidumbre, las soluciones surgirán espontáneamente de los problemas, de la confusión, del desorden y del caos. Cuanto más inciertas parezcan las cosas, más seguro me sentiré porque la incertidumbre es el camino hacia la libertad. Por medio de la sabiduría de la incertidumbre, encontraré mi seguridad.
3) Penetraré en el campo de todas las posibilidades y esperaré la emoción que tiene lugar cuando me mantengo abierto a una infinidad de alternativas. Cuando entre en el campo de todas las posibilidades, experimentaré todo el regocijo, la aventura, la magia y el misterio de la vida.
Deepak Chopra

Música recordada

Se ha dicho que los sonidos que encantan a nuestros oídos tienen su origen en las esferas vibrantes, mas la fe sobrepasa los límites de la duda y ve qué es lo que todo dulcifica.
Cuando la vida empezó, en el principio de los tiempos, escuchamos cantar a los ángeles.
Nuestra memoria, aunque triste y apagada, retiene algún eco todavía del cielo.
La música es la esencia de todos los que aman,
la música eleva los corazones a los reinos superiores, las cenizas brillan, los fuegos ocultos renacen: escuchamos y nos alimentamos de alegría y paz.
Rumí

La fragancia de la eternidad

Cayó sobre mí como una ola.
La ola se había originado en una clara comprensión verbal que se evaporó de repente dejando tras de sí sólo una fragancia indescriptible, una fragancia de eternidad; el estremecimiento de la flecha en el cielo. Debí de quedarme allí unos minutos, como en trance, con la conciencia no verbal de que "Esto es perfecto, perfecto" ... Entonces floté de espaldas en un río de paz bajo puentes de silencio. Surgió de la nada y fluyó hacia la nada. Y luego dejó de haber río, dejó de haber "yo". El "yo" había dejado de existir ... Y cuando digo que el "yo había dejado de existir", me refiero a la concreta experiencia tan incomunicable verbalmente como el sentimiento que despierta un concierto de piano, y, no obstante, real. Sólo que mucho más. En realidad, su rasgo principal es la sensación de que este estado es más real que cualquier otro que se haya experimentado anteriormente.
Arthur Koestler
Recuerdo una historia de Shukamuni. Su padre era Vyasa, un gran ser, autor de muchas escrituras. Su único hijo, Shukamuni, era muy bello y podía dar la liberación a cualquiera en una fracción de segundo. Una vez le dijo al rey Pakikshit que le podía dar la iluminación en un abrir y cerrar de ojos. No había ningún otro avadhut supremo como Shukamuni.
A pesar de todo, su padre Vyasa sintió que todavía era imperfecto. Un día le dijo: "Hijo mío, ves a ver al rey Janaka, ves a él. Tiene algo que tienes que aprender, algo que tienes que ver y algo que tienes que oír".
Shukamuni se quedó muy sorprendido. Se preguntaba qué era lo que tenía que aprender del rey. A pesar de todo, fue allí. Cuando llegó al palacio del rey, no le gustó nada ya que él había crecido en el Ashram de Vyasa, en el bosque. Observó al rey, observó a la gente, observó el trono, y entonces comenzó a pensar: "Aquí todo es ostentación. ¿Para qué necesito yo todo ésto?". No le gustó, y por lo tanto se marchó.
"Has regresado. ¿Le has visto?", preguntó Vyasa.
"Sí, dijo, le he visto".
"No, eso significa que en realidad no les has visto, no le has encontrado".
"Ya ves que acabo de regresar", dijo Shuka.
Vyasa le contestó: "No importa que hayas vuelto; ni le has visto, ni le has conocido. Ves a verle de nuevo".
Volvió, y fue como la primera vez. Le vió y regresó.
Vyasa le preguntó de nuevo: ¿Le has conocido?
"Sí".
"No, no le has conocido. ¿Qué piensas ahora?". Shuka dijo: "El Guru debería ser completo, perfecto. Debería ser resplandeciente como el sol, pero sin el calor del sol. Debería brillar como la luna, pero sin las manchas de la luna".
Vyasa dijo: "Sí, ¿verdad? ¿Sabes como debe ser un discípulo?
Shuka no dijo nada de sí mismo, sino que se limitó a hablar del Guru. Si se pensase únicamente en cómo debería ser un discípulo, se podría encontrar un Guru en cualquier parte. Pero nunca se piensa como debería ser el discípulo, tan solo se piensa en cómo debería ser el Guru.
Una vez hubo un gran santo sufí llamado Bahanddhim Nakshalband. Un gran discípulo salió en su busca. Fue a él y le dijo: "He estudiado mucho, he aprendido mucho y he hecho muchas cosas; aún así tengo, en mi corazón, la esperanza de encontrar a un gran Guru".
El respondió: "Lo que has dicho es correcto, pero yo no necesito un discípulo ordinario".
El discípulo se lo quedó mirando y dijo: "He estudiado mucho, tengo un gran entendimiento".
Esto fue lo que sucedió con Shukamuni. Vyasa le dijo: "Tienes que volver. Vuelve". Shukamuni se encontró en un dilema. Su corazón no quería escuchar la orden de su padre, pero tenía que obedecerle. Así que se preparó para ir por tercera vez. Vyasa le repitió: "Shukamuni, desecha tus propios defectos y mira qué puedes percibir. Todo lo que hayas aprendido, olvídalo. Cualquier cosa que hayas escrito en tu corazón, bórrala". Esto fue lo que Shukamuni hizo, y marchó de nuevo a ver a Janaka. Cuando comenzó a percibir con autenticidad, se dió cuenta de muchísimas cosas.
El rey estaba sentado en un trono de oro, pero era diferente del trono. Se decía que era un gran rey. Tenía cientos de reinas, se dice que en la antigua India los reyes solían tener cientos y miles de esposas. Una de las piernas de Janaka estaba en el hogar donde ardía el fuego, mientras que las reinas le masajeaban la otra aplicándole pasta de sándalo. El no hacía más que observarlo todo. Era tan solo un testigo.
Shuka comenzó a observar toda la escena con la comprensión correcta, con una nueva proyección. Empezó a preguntarse sobre lo que estaba sucediendo. Una de las piernas de Janaka estaba en el fuego mientras que las reinas le masajeaban la otra con pasta de sándalo. Janaka no parecía feliz por el hecho de que las reinas aplicasen pasta de sándalo en una de sus piernas, ni tampoco sufría o padecía porque la otra se les estuviese quemando en el fuego.
Estaba más allá del dolor y del placer. Los grandes seres trascienden los estados de placer y dolor, y ese estado trascendental es completamente diferente de todos los demás; sin embargo, Shukamuni no era consciente de este estado. Mientras observaba todo esto, su inteligencia empezó a diluirse. A medida que la Verdad empezó a revelársele, en el momento en que comenzó a percibirla, se dio cuenta de que Janaka tenía la luminosidad del sol y la frescura y brillo de la luna sin manchas. Janaka había trascendido la conciencia del cuerpo. Poseía ambas cualidades. Podía cuidarse de todos sus súbditos al mismo tiempo que había sido agraciado con espiritualidad. Así pues, Shuka regresó habiendo alcanzado la perfección.
Su padre le preguntó: "¿Cómo estaba?. "Es un ser absolutamente perfecto", respondió Shuka.
Nos vemos reflejados en los demás, y por ello, nada parece estar bien. Dentro del hombre hay un orgullo sin base, un ego imaginativo que no es auténtico; y esta falsedad es lo que atrapa al hombre en su vida. Por ello, debería procurar erradicarlo. Sólo cuando el hombre supera este orgullo, este ego imaginario por medio de una comprensión correcta, profundiza más y más hasta que descubre la verdadera naturaleza de su propio Ser. Cuando esto sucede, no experimenta más que dicha suprema y es feliz en las actividades mundanas de su vida, tanto en lo adverso como en lo favorable.
Extraído de El despertar interior de Swami Muktananda

Recupera tu cordura

Sólo hay una Verdad
y mientras andes buscándola
a través del bosque del buscar.
cuida de no chocar contra un árbol.
Ese golpe en la cabeza
puede que te recuerde
que todo es Dios.
Eres como el morador de un bosque
que busca el bosque
¿Qué ha de hacer?
Escucha, amigo,
cómo se cuartean las hojas bajo tus pies.
Es una invitación personal
para que recuperes la cordura.
¿Has pensado alguna vez
que estás buscando a Dios
a través de Sus ojos?
Adyashanti

Otros goles

Nuestro amigo Koldo nos envía este gran artículo que compartimos. Necesitamos el mismo entusiasmo colectivo que estamos demostrando en el Mundial de fútbol para jugar otros juegos más decisivos, marcar goles más importantes, la humanidad se enfrenta a grandes "juegos" que no pueden tener ganadores o perdedores, o todos ganamos, o todos perdemos.
Dicen los comentaristas deportivos que cabeceó con el corazón, con el alma de todo un país. ¿Quién movió la cabeza de Puyol? ¿Sólo, el propio delantero, o con el apoyo de los millones de españoles que corrían con él, que insuflaban al futbolista y a su equipo ánimo en su espíritu, fuerza en sus músculos, precisión en sus movimientos? Adquirimos una fuerza impresionante cuando juntos/as apostamos por metas colectivas.
¿Y si nuestros balones volaran más alto? ¿Y si colocáramos más arriba nuestras aspiraciones, nuestras porterías? Hemos de batirnos también en otros campos, sobre otras alfombras, ante otras redes… ¿Y si el sueño de “la roja” fuera más ancho? ¿Y si ese desbordante caudal de energía colectiva nos siguiera acompañando tras otras metas? ¿Y si la verdadera batalla no fuera contra los de blanco o los de naranja? ¿Y si tuviera más que ver con mejoras globales, con dignificar y elevar la vida en todas sus manifestaciones?
El entusiasmo mantiene vivos a los pueblos, pero un campo de fútbol, por muchas cámaras que se le echen encima, es un espacio muy limitado. La palabra “entusiasmo” viene precisamente de “en-theos”, que significa “lleno de Dios”. Cuando somos “en theos” podemos cumplir imposibles. Vivimos un entusiasmo colectivo que nos ha proporcionado “la roja”, pero dicen que en realidad ese Dios del coraje sin fondo está con nosotros en todos los “choques” que merecen la pena, en todos los desafíos nobles, por difíciles que se manifiesten.
El mundo no cambiará por más balones que se encajen en una u otra portería. Pero todo este “ensayo” del mundial nos ha valido para vivir la experiencia del entusiasmo colectivo. Sudáfrica fue sólo laboratorio. Ahora tocan otros tantos, ahora llegamos a las auténticas finales. Ahora toca gol al hambre, a la explotación, al armamentismo…, cabezazos de muerte a la violencia, a la división, al odio… Ahora toca el “A por ellos” de verdad…, a por la miseria, la enfermedad, el analfabetismo, la degradación de la Tierra… ¿Cuánto mundial aún por jugar? ¿Cuánto gol aún por marcar? No sabemos lo que hará “la roja”, no sabemos lo que ocurrirá el domingo al atardecer, pero todos merecemos un trozo de gloria, el gozo de constatar que nuestro equipo, por nombre Humanidad, también progresa. Todos somos seguidores de ese club de 6.000 millones de socios. Medien o no brillantes cabezazos, todos merecemos alzar una copa de victoria.
La dignidad antecede a la gloria. Todos sin exclusión alguna la meritamos, dignidad de todos los niños de la tierra que bien de mañana cogen libros y marchan hacia una pizarra, la dignidad de todas las mujeres de todas las latitudes por fin respetadas y honradas; de todos trabajadores/as recompensados con justicia en su tajo; la dignidad de todos los hogares con un pan en su mesa; la dignidad de todos los seres, de todos los pueblos por fin considerados, por fin libres… He ahí sólo algunos goles que nos aguardan.
Mantener el ardor colectivo nos permite atender otros retos. El Dios de la vida y el entusiasmo, el Dios de la fuerza y la bondad infinitas, “que los hombres distintos llamamos con distintos nombres” (Lanza de Vasto), siempre está con nosotros, cuando nuestros balones cobran altura y nuestras porterías también se elevan.
Reciclemos pues ese coraje grupal. Vayamos juntos a por otros goles. Vayamos a por una gloria que vista todos los colores, que campe en todas las geografías; una gloria que no se acabe en una orgía de cuestionable gusto en la céntrica fuente de una ciudad eventualmente dichosa; gloria que perdure, gloria eterna de todos los hombres y mujeres de la tierra compartiendo y cooperando, viviendo en auténtica paz, en genuina fraternidad.
Ficción de deporte y cerveza a granel, cuando la realidad permita juego, cuando la explotación y el horror sean derrotados. Mientras tanto, no decaiga la ilusión, no nos abandone el próximo lunes el entusiasmo. ¡Juntos podemos! Ese Dios sin nombre, ese Dios con todos los nombres, afina nuestro tiro ante las mentadas y urgentes porterías. Hay camisetas para todos. Sudemos batallas verdaderas, penaltys que harán historia. Saltemos juntos a la causa común, al campo ineludible, mañana puede ser demasiado tarde.

La parábola del camino de la sabiduría

Se parece el camino de la sabiduría al camino que recorre un peregrino, que mientras está hollándolo se hace preguntas sobre su destino, pero que todas las preguntas cesan cuando a su destino llega.
En una ocasión un discípulo le preguntó a su maestro cómo podría evitar el preguntarse si se hallaba en el camino de la sabiduría o no, y el maestro le repuso: "No te preocupes, que cuando comiences a divisar la meta, ya no tendrás necesidad de preguntarte nada". Las dudas acontecen sobre todo al comenzar a recorrer la senda o incluso, y mucho más aún, antes de dar el primer paso sobre la misma. Lo importante es ponerse a caminar y no extraviarse con inútiles e improcedentes preguntas, ni preocuparse en lugar de ocuparse, ni obsesionarse por el objetivo en lugar de ir viviendo cada instante y paso del camino. Requerimos todas las energías para recorrerlo, así que no tiene objeto complicarse aún más con preguntas irrelevantes.
Extraído del libro, Los mejores aforismos y parábolas de Oriente
de Ramiro Calle

La mente del amor

En algunas ocasiones encontramos gente tan pura, bella y contenta que da la impresión de que es divina, que es santa o un ser sagrado. Lo que percibimos en ella es el yo despierto, su naturaleza de Buda, y lo que refleja es su propia capacidad de ser conscientes.
Existen varias maneras de manifestar nuestra naturaleza de Buda. Utilizando nuestra capacidad de conciencia en nuestro pensar, hablar y actuar podemos incrementar la paz y la alegría en nosotros y en los demás. Haciendo esto, alimentamos y protegemos la naturaleza de los que nos rodean.
Sin embargo, también podemos hacer todo lo contrario. Podemos pensar, hablar y actuar de manera que toquemos nuestra naturaleza animal y despertemos en los demás su naturaleza animal. Quizá lo hacemos para indultar nuestra naturaleza animal con los otros. Tal vez para ganar dinero con ellos de manera poco ética, o para comer o beber mucho con ellos, o para tener una relación sexual ilícita. Sabemos que no es correcto pero lo hacemos igualmente, causándonos sufrimiento a nosotros mismos y a los que nos rodean. Después, nos preguntamos por qué hemos actuado de esta manera, y prometemos no volver a hacerlo. Pero cuando llega la siguiente ocasión, repetimos el error, creando un nuevo círculo de sufrimiento. Este círculo puede no terminar nunca. Hemos descubierto la puerta del infierno para nosotros y los demás.
Esta es la condición para demasiados. Por ejemplo, podemos vernos tentados a comer determinado tipo de comida. Sabemos que si la comemos, nuestro cuerpo y nuestra mente lo pasarán mal, pero lo hacemos igualmente. Después de la indigestión, del colapso o del ataque al corazón, prometemos no hacerlo de nuevo. Sin embargo, cuando llega la siguiente oportunidad, repetimos la misma falta. Algunos de nosotros vamos a la iglesia o al templo a confesar nuestros malos actos y nuestras debilidades, prometemos hacerlo mejor, pero seguimos cometiendo los mismos errores una y otra vez. Nos vemos atrapados en un círculo vicioso.
La manera de salir de este círculo y de evitar hundirnos en el océano de nuestros sentidos es tocar nuestra naturaleza de Buda y dejar lugar a la mente del amor, la mente de la iluminación, llamada bodhicitta (y pronunciada: bo di chita). El gran voto de Buda, bodhicitta, es: "Con amor, ayudaré a todos a sufrir menos".
Bodhicitta es nuestra gran aspiración para levantarnos, transformar nuestro sufrimiento en compasión y servir a todos los seres como un bodhisattva, una persona de gran compasión. Puede hacer este voto cada día y dejar paso a la mente del amor en su interior. Ahora está motivado por un profundo deseo de ayudar a todos los seres vivientes a transformar su sufrimiento y darles alivio y felicidad. Recuerde su mente del amor cuando el deseo llegue a usted e indulte a su naturaleza animal. Puede que esto sea lo único que pueda rescatarle. Con esta práctica, escapa del círculo vicioso en el que puede quedar atrapada su vida, y trabaja ahora para manifestar la naturaleza de Buda, la mente despierta, en su interior y en el de los demás.
Thich Nhat Hanh

La flor de loto sólo puede crecer en el barro

Ser conscientes de nuestra celosía, nuestros juicios y nuestro miedo es un paso positivo hacia la aceptación. Cuando nos aceptamos como somos, ya no necesitamos luchar para cambiarnos. El momento en el que somos conscientes de que somos demasiado críticos con nosotros mismos y aceptamos nuestras semillas negativas, nos lleva a un progreso. Las personas que no son conscientes de sus energías negativas tendrán dificultades para progresar.
Aun así, luchar para incrementar nuestra compasión no significa que de repente sólo haya elementos positivos en nuestro interior. Si esto ocurre, no será necesaria la práctica. Es precisamente porque tenemos semillas de energías negativas en nuestro interior por lo que continuamos la práctica. La práctica es fácil: simplemente, sea consciente de las energías negativas, y cultivando esta consciencia, dará pasos firmes en el camino. No es necesario el conflicto.
Practicamos como la flor de loto y el barro. La flor de loto no piensa: "No quiero el barro". La flor de loto sabe que puede florecer tan bella sólo gracias al barro. Para nosotros, ocurre lo mismo. Tenemos semillas negativas en nuestro interior, el elemento del barro; si sabemos cómo aceptarlo, nos aceptamos a nosotros mismos. La flor de loto no necesita deshacerse del barro. Sin barro, moriría.
Si no tenemos deshechos, no podemos florecer. No deberíamos juzgarnos, ni juzgar a los demás. Sólo necesitamos practicar la aceptación y así progresar sin lucha. El proceso de transformación y sanación requiere prácticas continuadas. Producimos basura cada día, y por este motivo necesitamos practicar continuamente para cuidarnos de nuestra basura y convertirla en flores.
Thich Nhat Hanh

Sin dejar espacio

El mayor apoyo que podemos tener es la plena atención, lo cual significa estar totalmente presentes en cada instante. Si la mente permanece centrada, no puede devanar historias sobre la injusticia del mundo o de los amigos, o sobre tristezas o pesares. Todas esas historias llenarían muchos volúmenes, pero cuando estamos plenamente atentos esa verbalización se detiene. Mantener una total atención significa estar totalmente absortos en el momento sin dejar espacio para nada más. Lo que en ese instante suceda nos llena por completo, sea lo que sea- sentados, de pie, o tumbados; sintiendo placer o dolor- mientras mantenemos una vivencia sin juicios, un "sencillamente ver".
Ayya Khema