Lo esencial es que nos demos cuenta ahora, en vida, cuando aún tenemos cuerpo, de que éste es sólo apariencia, y que esta convincente solidez es mera ilusión. La manera más poderosa para lograrlo consiste en aprender a convertirse en un "hijo de la ilusión" después de la meditación: abstenerse de solidificar, como siempre estamos tentados a hacer, las percepciones de nosotros mismos y nuestro mundo, y seguir adelante, como el "hijo de la ilusión", viendo directamente, como hacemos al meditar, que todos los fenómenos son ilusorios y comparables a un sueño. El conocimiento de la naturaleza ilusoria del cuerpo que con esto profundizamos es uno de los más significativos e inspiradores a que podemos recurrir para que nos ayude a liberarnos.
Sogyal Rimpoché