Saboreando la sopa de avena

Era la segunda mañana del sesshin (retiro) de fin de semana. El primer día estuve todo el tiempo sentando inquieto, dolorido y aburrido, preguntándome qué estaba haciando aquí. ¿Qué me mantenía sentado soportando todo aquello? Cuando llegó la segunda mañana era incapaz de imaginarme cómo podría seguir soportándolo.
Nos dieron el desayuno sentados en nuestros cojines. Cuando se me acercó el que la servía, le ofrecí mi cuenco y puso en él algo de la sopa de avena. Después de que todos estuvieron servidos, empezamos a comer. Yo probé un poco de sopa de avena y sentí un estremecimiento. Me quedé perplejo: era absolutamente deliciosa. Empecé a llorar. En ese instante me di cuenta de que, por muchas veces que la hubiera comido, nunca antes había saboreado la sopa de avena.
Un estudiante zen
Un hombre atrapó a un pájaro en una trampa.
El pájaro dijo: "Señor, has comido muchas vacas y ovejas
en tu vida y sigues hambriento. La poca carne de mis huesos
tampoco te satisfará. Si me dejas ir, te daré tres aforismos
de sabiduría. Uno te lo diré estando en tu mano. Uno en tu
tejado. Y uno desde la rama de un árbol."
El hombre se mostró interesado. Liberó al pájaro y lo puso en su mano.
"Número uno: No creas en la absurdidad,
la exprese quien la exprese."
El pájaro voló al tejado. "Número dos:
No te lamentes del pasado; ya pasó.
Nunca te lamentes de lo sucedido.
En realidad," prosiguió el ave, "mi cuerpo contiene una gran perla que pesa
como diez monedas de cobre. Iba a ser una herencia para ti y para tus hijos,
pero ahora la has perdido. Podías haber sido dueño de la mayor perla existente,
pero, evidentemente, no ha sido así."
El hombre empezó a soltar alaridos.
El pájaro dijo: "¿No te acabo de decir 'No te lamentes del pasado'
y también 'No creas en cosas absurdas'? "Mi cuerpo no pesa diez monedas de cobre.
¿Cómo podría contener una perla tan pesada?"
El hombre recuperó su juicio. "De acuerdo, dime el tercero."
"Sí, ¡has hecho muy buen uso de los dos primeros!
"No des consejos a alguien que esté aturdido y durmiéndose.
No siembres en la arena."
Rumí