La expansión hacia la eternidad



















La eternidad se abre ante mí arriba y abajo, a la izquierda y a la derecha, adelante y atrás, adentro y afuera.
Con los ojos abiertos, me observo a mí mismo como un cuerpo diminuto. Con los ojos cerrados, me percibo como un centro cósmico en torno al cual gira la esfera de la eternidad, la esfera de la bienaventuranza y la esfera del espacio, vivo y omnisciente.
Siento al Señor como un suave aliento de gozo que fluye en los universos de mi cuerpo. Le percibo en el brillo centelleante de toda luminosidad, y a través de las olas de la conciencia cósmica.
Le contemplo como la luz solar de la inspiración, que mantiene las luminarias de mis pensamientos en rítmico equilibrio.
Le siento como una voz vibrante, que conduce, guía y enseña secretamente en los templos de las almas de todos los seres humanos y de toda la creación.
Él es la fuente de la sabiduría y de la inspiración radiantes que fluyen a través de todas las almas. Él es la fragancia que exhala el incensario de todos los corazones. Él es un jardín de capullos celestiales y de deslumbrantes flores-pensamientos. Él es el amor que inspira nuestros sueños de amor.
Le siento fluyendo a través de mi corazón y de todos los corazones, a través de los poros de la tierra, del cielo y de todo lo creado. Él es la eterna corriente de la dicha, el espejo del silencio, en el que se refleja la creación entera.
Paramahansa Yogananda