La noche oscura

La persona, que estando realmente en la Vía, pasa por malos momentos en el mundo, no debe, a causa de ello, dirigirse a ese amigo que le ofrece refugio y confort, y alienta la supervivencia de su antiguo sí mismo. Por el contrario, debe buscar a alguien que, con fe y de forma inexorable, le ayude a arriesgarse, para que pueda soportar la dificultad y superarla. Solo en la medida en que dicha persona se exponga a sí misma una y otra vez a la aniquilación, puede hallar dentro de sí aquello que es indestructible. En esta osadía radica la dignidad y el espíritu del verdadero despertar.
Karlfried von Durkheim
Esta descripción espiritual de la muerte y renacimiento como "noche oscura", proviene de los escritos del gran místico San Juan de la Cruz. De modo elocuente, describe la noche oscura como un largo periodo de ofuscación, pérdida y desesperanza, que el buscador espiritual debe atravesar con el fin de vaciarse y hacerse lo suficientemente humilde como para recibir la inspiración divina. Lo expresa de este modo: "El alma que está apegada a algo, por mucho bueno que contenga, nunca llegará a la libertad de lo divino."
Tradicionalmente, la noche oscura sólo surge tras haber tenido alguna apertura espiritual inicial. En el primer flujo de la práctica pueden surgir el gozo, la claridad, el amor y un sentido de lo sagrado y, con ello, experimentar una gran emoción acerca de nuestro progreso espiritual. Sin embargo, dichos estados inevitablemente pasarán. Parece que se presentan como regalos iniciales, pero, luego, descubrimos cuanta disciplina y entrega se necesitan para sostener dichos ámbitos y vivir en ellos. A menudo acariciamos inicialmente la luz y luego la perdemos, volviendo a la separación, al desespero y al inconciente. Esto puede suceder muchas veces, en ciclos repetidos de abrir y soltar, de muerte y renacimiento, que jalonan nuestro camino espiritual. Pero es este proceso de muerte y renacimiento, el que nos conduce a la libertad.
Jack Kornfield