La Diosa

En una ocasión la Diosa se dispuso para emprender una larga peregrinación religiosa. Como el viaje le llevaría mucho tiempo, prefirió hacerse acompañar por uno de sus devotos. Pero ¿cuál?, ¿cómo elegirlo? ¿Cómo escoger a uno entre los miles que la veneraban?
La Diosa ordenó a todos ellos que se reuniesen y que uno por uno la abrazaran. Pasaron días hasta que todos hubieron estrechado a la Diosa en sus brazos. Tras concluir la prueba, la Diosa eligió a quien habría de acompañarla. Los restantes se quedaron atónitos e incluso indignados, haciéndose la siguiente pregunta: "¿Por qué ha elegido a ése cuando todos la hemos abrazado de igual modo?". Entonces pidieron explicaciones a la Diosa y ésta dijo:
Mis muy queridos, creéis que todos me habéis abrazado de igual forma, ¿no es así? Estáis muy equivocados. Sólo uno de vosotros me ha abrazado plenamente, sólo uno, y es el que he escogido para que me acompañe en la larga peregrinación. Los demás me habéis abrazado mecánicamente, sin una atención plena. ¿No sabéis que a la Diosa se llega siguiendo el camino de la conciencia y no el de las costumbres; la senda directa de la atención y no el camino de los rituales mecánicos?
Acto seguido, en compañía de su amado y consciente devoto, la Diosa partió en peregrinación.
Extraido de El Libro de la Felicidad de
Ramiro Calle