El amado atrae al amante























Corremos furiosamente detrás del amante,
pero cuando este llega, estamos ausentes.
Eres un amante de Dios, pero Él es tal
que cuando arriba, no hay una sola gota
de tu ser, pues con Su mirada cientos
como tú se marchitarían,
sois como la sombra enamorada del sol.
Cuando la fuerza de la luz aparece, os desvanecéis.
Huis de vosotros mismos.
Rumí
























¿Qué es lo que nos impide cruzar el umbral?

Si miras profundamente en tu interior, verás que te niegas a cruzar. La imagen de ser alguien está muy profundamente enraizada. Ello estimula la inseguridad, pero incluso esta inseguridad proporciona un soporte para el ego. Déjala ir.

¿Cómo se consigue esa actitud de «dejar ir», de «soltar»?

El «soltar» es un resultado de la comprensión, pero ésta no tiene nada que ver con el análisis ni con ningún proceso de razonamiento. Llega por medio de la investigación, por medio de la observación. Naturalmente, puedes observar una cosa detrás de otra, pero la comprensión verdadera es instantánea cuando todos los elementos que configuran una visión global te devuelve al silencio y en el silencio está la confirmación de la no-existencia de la persona.

Pero yo sé ya todo esto. ¿Cuál es entonces el problema?

Puede haber todavía una especie de reflejo. Supongamos que tú tocas el piano con un cierto grado de capacidad, pero te resulta difícil interpretar piezas que requieren una mayor pericia. Te diriges a un profesor de piano que te enseña el método apropiado para interpretar esas piezas. Regresas a tu casa satisfecho, pero, al siguiente día, cuando empiezas a tocar, adviertes que estás cayendo en los viejos hábitos. Esto lleva un cierto tiempo. Tienes la convicción de que no eres nadie, pero surgen momentos en tu vida diaria en que te encuentras a ti mismo reaccionando. Ves el acontecimiento, ves tu entorno, pero todavía colocas la imagen de un yo entre el acontecimiento y tú. Eso es normal. No te sientas frustrado por ello. Obsérvalo y puedes estar seguro de que llegará el momento en que ya no volverás al reflejo de proyectar una imagen de ti mismo.

¿Cómo podemos reconocer nuestra naturaleza real?

Puedes saber lo que no eres, pero no puedes saber lo que eres. ¿Conoces realmente lo que no eres? Tu cuerpo cambia, tus emociones y sensaciones cambian. Tus ideas son ahora completamente diferentes a las que tenías hace diez años. Toma nota de todo lo que en ti está cambiando. Hay ya paz en una mirada silenciosa. Cuando llegues a estar familiarizado con lo que no eres, sentirás una distancia, un espacio, entre la actitud de observación y lo observado, hasta que llega el momento en que sientes lo que eres sin sentirlo. Esto no es el simple proceso de conocer algo. Esto está fuera de la relación sujeto-objeto. Esto es ser-conocimiento.

¿Qué puede decir sobre la gracia?

Todo lo que puede ser percibido, incluso tu propia imagen, es sólo mente. La mente existe en ti, en la conciencia. Así, cuando tu escucha es inocente, hay apertura; apertura a las funciones de la mente, a la energía en movimiento. Estar abierto a la apertura es la gracia. Ella te está esperando. No puede ser alcanzada por medio de la voluntad.

Jean Klein





El pato
















Ahora estamos preparados para

contemplar algo especial.
Es un pato nadando en el mar,
lejos, más allá de donde rompen las olas,
acunado por el mar de fondo.
Hay una marejada en el Atlántico
y él forma parte de ella.
Él descansa mientras el Atlántico se agita ...
porque él descansa en el Atlántico.
Probablemente
desconoce la inmensidad del océano.
Como tú.
Pero se da cuenta de ello.
Y te pregunto:
"¿Qué es lo que hace?"
Se abandona.
Reposa en lo inmediato
como si fuera lo infinito ...
lo cual en realidad es.
Eso es religión
y el pato la vive.
¿Y tú?
Donald C. Babcock