La hermana Chan Khong llevó su conciencia a la respiración y se calmó para poder ver qué debía y qué no debía hacer en esa peligrosa situación. Mirando las caras de los soldados americanos, pudo ver lo jóvenes que eran; tenían la misma edad que muchos de sus estudiantes de la universidad. Pudo ver que estaban sobrecogidos por el miedo.
La hermana Chan Khong se acercó lentamente a uno de los soldados y, con su inglés limitado, preguntó educadamente: "¿Qué estais buscando? ¿Qué puedo hacer para ayudaros?". El joven americano se sorprendió de oír a alguien hablándole inglés. Cuando miró a la tímida mujer que tenía delante, se encontró con sus ojos y vio que sinceramente quería ayudar. Dijo: "Buscamos a los comunistas de este pueblo". Y continuó: "Hace cuatro días una tropa de guerrillas vino al pueblo. Querían matar al jefe del pueblo y quemar su casa. Pero los habitantes suplicaron que no lo hiciera porque sus casas están hecha de hojas de palmera y si quemaban su casa las quemaban todas. Pedimos por favor que no mataran a este hombre; es una buena persona. Si lo mataban, en el gobierno de Saigón mandaría otra persona que sería terrible con nosotros".
El joven soldado escuchó a la hermana Chan Khong y llamó al oficial al mando, que preguntó una cosa similar. La hermana volvió a explicar que no había comunistas en el pueblo. Media hora después, el destacamento de americanos se había ido. El derramamiento de sangre se había evitado y la paz había vuelto gracias a la conciencia y la calma de una joven mujer que supo cómo respirar, cómo mirar profundamente y cómo comunicarse con compasión con los soldados.
Thich Nhat Hanh
Qué buen texto, querida Sina!
ResponderEliminarTan ejemplificador...
La importancia vital de mantenerse en el centro.
Desde allí todo es fácil, podemos observar con auténtica compasión cómo es el miedo el que gobierna las acciones que causan daño.
Ahí se produce el milagro...
Mi agradecimiento, amiga, por publicarlo, y recibe un amoroso abrazo
Querida Joy,
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado.
Hay que ir avanzando por la paz, cada vez más ...
Un abrazo desde el corazón, Sina
Me gusta lo comprometido de muchos monjes asiaticos que integran vía y acción, enriqueciéndolas así a las dos.
ResponderEliminarGracias.
Qué hermoso relato, Me emocioné muy profundo.
ResponderEliminarGracias.
Leyéndote casi he podido vivir la escena Sina, he podido sentir la tensión de los habitantes de ese pueblo, el miedo de los jóvenes soldados y la capacidad de concentración y serenidad Chan Khong.
ResponderEliminarNo dejó que el miedo a lo que podía suceder la invadiera, se comunicó con los soldados con amor, sólo cuando hablamos y actuamos desde el corazón obtenemos amor y comprensión de nuestro interlocutor.
Muy bueno el título, suscribo cada letra. La paz empieza en nuestro interior.
Muchos besos
Pienso que es la mejor manera de practicar las enseñanzas.
ResponderEliminarUn abrazo luminoso para ti, Amelia
Me alegro de que te haya emocionado, querida Marina.
ResponderEliminarA mi también me emocionó cuando lo leí por primera vez.
Un abrazo desde el corazón, Sina
Querida Tati.
ResponderEliminarQue mérito llegó a tener esa mujer, que valor, que serenidad, que fuerza, para poder vencer en un momento tan difícil al miedo y convertirlo en amor.
Así es la paz está dentro nuestro ...
Muchos besos
Querida, Sina. Esta historia es realmente impresionante. Don Juan Matus, el maestro de Castaneda, decía que para ser capaz de convocar al Gran Poder una persona debe tener abandono, serenidad y audacia. Por lo visto, la hermana Chan Khong reunió las tres cualidades en su persona instantáneamente. Y con todo ese poder reunido, enfrentó a los soldados invasores.
ResponderEliminarMagnífica mujer. El relato conmueve hasta lo más íntimo. Gracias por darlo a conocer.
Un abrazo de luz para ti, Sina...
Conmovedora historia, de valentia y autodisciplina
ResponderEliminarsus cualidades la hermana Chan Khong eran más poderosas que las armas de los soldados,
desde la serenidad y el amor
no es necesaria la violencia verbal ni fisica
buena reflexión para cambiar ciertas pautas de comportamiento
Gracias Sina, recibe un abrazo luminoso
Querida Furia.
ResponderEliminarHace tiempo leí esta historia y también me impresionó, tanto, que no la había olvidado.
El otro día revisando unos libros salió el de Thich Nhat Hanh, Construir la Paz y recordé esta historia.
Creo que ha sido un acierto compartirla en el blog.
Un abrazo lleno de cariño, Sina
Querida Arianna.
ResponderEliminarMe alegro que te haya sido útil.
Siempre hablamos de la paz y nos deberíamos plantear muchas veces si realmente estamos haciendo algo por ella.
Muchos besos, Sina