En un clásico koan se te pide que describas tu rostro original, el que tenías antes de nacer. Nunca he estado tan cerca de poder responder a esa pregunta como en el año en que murió mi madre.
Tenía cáncer y tuvo que guardar cama durante un breve período. En los últimos tres o cuatro días de su vida, su apariencia física empezó a cambiar de manera ostensible. Perdió peso rápidamente y su piel comenzó a estirarse y sus arrugas, a desaparecer. En realidad, empezó a transformarse en alguien de apariencia muy relajada y realmente joven. Comenzó a parecerse enormemente a las fotos que yo había visto de ella, a la de las fotos que habían sido tomadas cuando tenía unos 20 años. Parecía una joven de pelo encanecido, como por capricho. Un inquieto eco de los tiempos felices.
Mientras la miraba me sentí engullido en una especie de enorme regalo. Era como si se me hubiera concedido la oportunidad de ver a mi madre tal y como era antes de nacer yo. El tiempo parecía haberse detenido. Y el tiempo se convirtió en algo excepcionalmente real para mí debido únicamente a que había dejado de transcurrir. La mujer que tenía ante mí era el tiempo. Y yo era el tiempo. Y la habitación era el tiempo.
Gary Thorp
Se dice que cuando más débil está el cuerpo, la mente está más fuerte.
ResponderEliminarTambién dicen los que saben: el tiempo es mente.
Mi interpretación es que la mujer moribunda se fue transfigurando como mente pura y el testigo de tal transformación, no pudo menos que iluminarse, y comprender que el tiempo es el movimiento de la mente, y si se detiene, la vida deja de transcurrir.
Y cuando la ilusión se detiene, lo real aparece, la realidad del tiempo y de la mente, que es sólo Amor, unidad, luz eterna o atemporal, no-mental, sin nacimiento ni muerte.
Gracias por compartir este momento de paz!
Namasté, y un dulce abrazo!
Ufff se me ha puesto la piel de gallina al leerlo. Qué preciosidad de texto!!
ResponderEliminarMuchas gracias Sina. Ahora te dejo porque voy a releerlo, me ha encantado.
Un beso grande
Algo de eso hay ...lo describes muy bien, Willy.
ResponderEliminarYo he vivido esa sensación, es como si el tiempo se detuviera, como si el mundo quedara parado, es desconcertante, pero placentero. Como entrar en otra dimensión.
Evidentemente es algo que no hacemos nosotros voluntariamente. Para mí es un regalo. Son regalos que se nos hacen para que sepamos que hay otra realidad.
Gracias a ti, por tu visita.
Un dulce abrazo!
Namaste.
Me alegro que te guste, querida Silver.
ResponderEliminarYo también tuve que leerlo varias veces!
Un abrazo muy amoroso.
esto me hace acordar, Sina con tu permiso, a la historia de la habitación cerrada durante 60 años.
ResponderEliminarEl día que se abrió, ¿donde fue a parar el aire de su interior? ¿y el del exterior?
solo aire, puro aire...siempre aire.
(bella voz de Deva Premal, para un mantra antiguo)
Gracias por todo, todito...
Me emocionó mucho este texto. En momentos tan duros, puede verse bien profundo y encontrar otras significaciones. Si se está atento, lo que en general suele verse como algo malo puede ser la oportunidad de encontrar un ragalo.
ResponderEliminarComo siempre, lo que publicás me resulta de mucho aprendizaje. Y además me emociona.
Y como de costumbre, me quedo un ratito en tu casa escuchando la música que elegiste para recibirnos.
Besitos, que tengas un día lleno de alegría.
Gracias por tus palabras Sina, por tu dulzura y paz. Es un placer compartir contigo. Un abrazo zen, Namasté
ResponderEliminarSimplemente emocionante.
ResponderEliminarPude sentir.
No conozco esta historia de la que hablas, Santoshan, pero, imagino, que el aire se renovaría, no?
ResponderEliminarEs bueno abrir para que entre aire ...
Gracias a ti, paseante.
Un dulce abrazo.
A mi me emociona que las cosas que comparto te lleguen, me siento bien por ello.
ResponderEliminarLas situaciones difíciles muchas veces son las que más nos enriquecen.
Estas en tu espacio, siéntelo así, amiga.
Un abrazo muy amoroso.
Para mí también es un placer compartir contigo.
ResponderEliminarGracias a ti, J. Marcos.
Un dulce abrazo.
Namaste.
Me alegra que te llegara.
ResponderEliminarBienvenida.
Un abrazo para ti, Liliana.
Me he visto en el. Yo perdí a mi padre hace poco y en mi mente le he visto y en las fotos y en los lugares que habitó (como esta silla y esta mesa que yo ocupo ahora) fué, como nosotros ahora, un trozo de tiempo.
ResponderEliminarSiento tu pérdida Foma.
ResponderEliminarA veces tienen que ocurrir cosas extraordinarias para que podamos ver ...
Bienvenido.a a mi espacio.
Un abrazo.
Ufff, me vino a la mente con toda la exactitud que describes a tu madre a mi abuela, antes de partir su aspecto era tal cuál describes aqui.
ResponderEliminarSomos eso, el tiempo eterno que trascurre tras un cuerpo nada más....
Gracias! me gustó mucho tu blog.Con tu permiso algunas reflexiones tomaremos citando fuente en nuestra red : www.altaeducacion.org
Abrazos de sol!
vi.
Bienvenida-o a mi espacio.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado el texto.
Es cierto, nosotros somos el tiempo ...
Un abrazo de luz.