Me senté en silencio en la capillita y me di cuenta de que la impresionante solidez de aquellos enormes pilares de piedra era una ilusión. Como mi cuerpo y el de mi amigo, no eran más que vibrantes columnas de átomos, totalmente insustanciales. Parecían estar vibrando con una incesante manifestación de poder, como la cuerda del instrumento musical que sigue vibrando en el aire mucho tiempo después de que el intérprete se haya detenido. Su solidez era una completa ficción. El universo entero era una ilusión.
No hay más que pura energía, no hay nada más que Dios.
Relato del Reru

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