Despertando

Una noche me estaba quedando dormido y de repente mi mente se detuvo en su incesante actividad, y se quedó quieta. Fue como si se hubiera vuelto hacia dentro y se hubiera hundido en sí misma. Sentí que una suprema sensación de bienestar engullía mi ser y mi mente se quedó, por un instante, libre, sin pensamientos ni percepciones. Me sentí invadido por una profunda sensación de bienestar y felicidad. Me sentí envuelto en una sábana de amor y seguridad, o, más bien, sentí que yo era Eso: la envoltura y lo envuelto, todo a la vez. No había diferencia en la experiencia. Yo era ese estado. Y nada más. No estaba experimentando un estado exterior a mí. No era una felicidad debida a algo en particular, sino un gozo incondicional que todo lo impregnaba, independiente de todo excepto de sí mismo. Era como si el río de la siempre activa consciencia fluyendo en riadas de pensamientos y percepciones hubiera llegado al océano de la silenciosa, siempre plena, e ilimitada consciencia.
No tenía idea de qué era aquello, ni marco de referencia en el que encajarlo. Ni siquiera se me ocurrió comentarlo con nadie. Durante muchas noches "intenté" que sucediera de nuevo para tratar de capturarlo, pero el intentarlo parecía solamente alejarlo aún más. Por entonces tenía ocho o nueve años.
David W. Orme-Johnson

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